Amor se escribe con sangre

Nada hacía prever ese final. Aparentemente ella no tenía enemigos ni deudas, era querida entre su círculo de amigos y compañeros de trabajo, y – según lo aseguraban sus vecinos - llevaba una vida “normal”. Entonces, si su transcurrir era tan ordenado como lo presentaban, ¿por qué ese miércoles había sido encontrada muerta, tirada sobre el piso, desnuda como un animal, llena de sangre y con la remera atada a su cuello? ¿Quién podría haberse ensañado de esa forma? ¿Por qué?

Myriam siguió por televisión las diferentes instancias por las que iba atravesando el “asesinato de la contadora”, tal como caratuló el caso la opinión pública. La excitaba conocer detalles, su morbosidad la llevaba a adentrarse en los misteriosos caminos de la mente. Porque más allá de los vericuetos propios de la historia en sí, siempre se había preguntado qué llevaría a una persona a matar a otra. ¿Qué sentiría el homicida en el momento de cometer el crimen? ¿pensaría? ¿se daría cuenta de lo que sucedía o sólo actuaría llevado por un impulso irrefrenable? ¿Podría ella misma, acaso, en alguna loca circunstancia, cometer un asesinato?

Casi con la misma voracidad con que engullía sus colaciones, durante dieciocho días y sus dieciocho noches, se tragó todas las noticias que daban cuenta del caso, tratando de atar cabos y sacar conclusiones. Obsesivamente, Myriam desayunaba, almorzaba, merendaba y cenaba escuchando relatos acerca de esa bella mujer de mediana edad, exitosa profesionalmente y con una pasión por bailar que despuntaba todos los martes y jueves en un gimnasio de la zona de Palermo, donde había sido encontrada sin vida.

Sin embargo, por más que daba vueltas al asunto, a la única conclusión que llegaba era que los medios inventaban todo. Los argumentos que presentaban se iban sucediendo sin ninguna conexión lógica. Así, un día decían que la mujer habría sido traficante de drogas, otro que todo era un ajuste de cuentas, más tarde que su ex marido la habría mandado a matar y finalmente hasta habían llegado a insinuar que habría sido víctima de un crimen pasional a manos de una mujer a causa de no ser correspondida.

Myriam estaba segura de que jamás se llegaría a la verdad.

Las pericias demostraron que la contadora no había sido violada. Su deceso se habría producido por asfixia al ser ahorcada con una de sus prendas inmediatamente después de haber sido apuñalada en el pecho y en el rostro hasta dejarla prácticamente irreconocible. Su pelo rubio había sido arrancado con fuerza y presentaba lesiones y cortes profundos también en las manos y en los genitales.

Una noche, mientras cenaba con su marido, escuchó a los periodistas decir que los investigadores estarían sobre la pista del asesino y no tardarían en caer sobre él.

La novedad hizo que trastabillara, pero logró mantener el equilibrio aunque sin poder evitar que uno de los vasos se cayera sobre la mesa derramando todo el líquido que contenía sobre el pantalón de su marido. Este se incorporó rápidamente y mientras trataba de secarse, le preguntó:

- Amor, ¿hasta cuándo vas a estar tan perturbada por la muerte de Claudia?
- No puedo evitarlo… ¡era tu contadora!
- Sí, pero vos no tenías relación con ella. Es más, ni siquiera te caía simpática!.
- Pero a vos sí, ¿no es cierto?.

Myriam tomó el cuchillo y lo acercó hasta la cara de él.

- Claudia era una mujer hermosa y muy provocativa. ¿Te gustaba?. No me mientas; ella siempre te llamaba con cualquier excusa y, además, yo vi las fotos de la última reunión de la empresa…Esas donde están ustedes dos juntos, como pegados. Casi no se percibe espacio entre un cuerpo y otro…
- ¡No seas boluda, mujer! – la interrumpió él sacándole el cuchillo de las manos - En esa reunión brindamos tanto que terminamos todos en pedo. Ya te lo dije mil veces.
- Sí, claro, ¿por eso ella te apoyaba las tetas? No me jodas, yo lo vi con mis propios ojos.
- ¿Qué viste? ¿de qué mierda hablás? Yo nunca me fijé en ella; además, ni tetas tenía la pobre!
- No seas hijo de puta, ella subió todas las malditas fotos de la reunión a su maldito Facebook. ¿Te calentaba? decime la verdad. ¡Decimela!

Myriam explotó en un llanto descontrolado y espasmódico.

- Por dios, me asustás. ¿Te pusiste celosa por mirar unas estúpidas fotos? Amor, yo jamás te traicionaría. Vení acá…
- No sé qué me pasó. Te juro que no sé...Vos sos mi amor; vos sos mío. Y yo…

Un flash de último momento la interrumpió y un locutor, con gesto adusto, revelaba que había un dato clave, una pista contundente que iba a esclarecer en forma inminente el asesinato de la contadora. La policía había encontrado al costado de su cuerpo bien tallado, ahora absolutamente desfigurado, un mensaje. Un mensaje escrito con sangre sobre el parquet. Un mensaje tan claro como inequívoco: “He is mine”.*




* Él es mío.

6 comentarios:

  1. Me encantó Betina.
    Es increíble como pueden sugestionarnos las imágenes y ser capaz de cometer cualquier locura.
    Besos

  2. Lauris: Un peligro confiar tanto en las fotos que vemos en las redes. No todo es lo que parece.
    Gracias por comentar!
    Un beso!

  3. Justiciero dijo...

    Moy bueno lo tuyo!! Un final impredecible jugando con la imaginación del lector.

    besos

  4. Gracias,Señor Justiciero!Traté de innovar un poco también para no aburrir al lector (eso que Lala me apuró con la entrega por culpa de MJH...shh, no diga nada, eh).
    Un beso y gracias x pasarse.

  5. YoValucha dijo...

    Lo habia leido el sabado pero no pude comentar asi q ahora lo volvi a leer.
    Los celos enfemizos y la obsesion por otro son algo q realmente me asusta porq definitivamente llevan a la persona a actuar sin pensar, a eso sumale los lios en los q te puede meter una foto de face....
    Muy bueno Betina, me encanta como escribis

  6. Gracias,Valu! A mi también me asustan los celos; creo que hay una línea muy finita para llegar a esos que llamás "efermizos". Y aunque lo puedas razonar y entender, en ciertas circunstancias se pueden volver incontrolables de verdad. Hay que tener respeto por los celos. Sobre todo por los propios...
    Beso enorme y gracias de nuevo!

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