Volcán

La cita era a las nueve. Llegué puntual, con una botella de tempranillo 2008 bajo el brazo. Para impresionar bien, ya sabés. Ella me esperaba en su departamento, con un vestido largo y escotado de color rojo. Yo no desentonaba. Llevaba pantalón de vestir y saco al tono, con una camisa cuello mao blanca con bordados orientales. Ella me invitó a pasar y me dio un beso muy cerca de la comisura de los labios. El departamento era amplio sin ser lujoso y estaba impecable. Destacaban un amplio ventanal que daba al balcón y a través del cual asomaba una hermosa y redonda luna, y un sofá que le daba la espalda. Cerca de ahí estaba puesta la mesa con cubiertos para dos personas y sendos candelabros que la iluminaban. De la cocina venía un sugerente aroma de carne de ave horneándose en mostaza. En el aire sonaba Air Supply. Estaba todo dispuesto para ser una noche muy romántica.

Habíamos estado chateando con frecuencia durante las dos últimas semanas. Las primeras veces de manera casi formal, pero de a poco las barreras de la inhibición fueron cayendo para dar paso a la calentura lisa y llana. Esta noche, durante la cena, el vino ayudó bastante, pero el Norton Cosecha Especial Extra Brut que esperaba en la heladera fue mucho más efectivo. Poco después de haber terminado y con las burbujas aún estallando el sofá nos encontró compartiendo besos y caricias. El volcán de chocolate se enfriaba en la mesa. El postre éramos nosotros.

Ella se bamboleaba a horcajadas de mi cuerpo con frenesí. Su vestido sobrevivía pero mi ropa estaba regada alrededor del sofá. Ella había acabado dos veces ya, merced a mis dedos y mi lengua, y otra más una vez que la hube penetrado. Yo iba por el primero recién. Ya era tiempo. Desde el mismo interior de mi sexo sentí como subía el torrente seminal que iba a llenarla hasta lo más profundo de sus cavidades. Me vine en medio de un grito y sentí sus uñas clavarse en mi espalda. Una vez relajados mis músculos tomé su cara entre mis manos y la besé intensamente. Entonces con un rápido pero enérgico movimiento quebré su cuello y la dejé caer al piso. Su cuerpo ya sin vida me miraba desde el suelo. No era tan fea, al final, pero ese ojo desviado resultaba molesto. Fui hasta la mesa y tomé una de las cucharas dispuestas para el volcán de chocolate. Me acerqué a ella y con un poco de presión hundí la cuchara en la cuenca de su ojo y lo hice saltar. Ahora sí. Tuerta ya no era tan perturbadora.

Bueno, era momento de ponerme a trabajar. Primero lo primero. Me calcé los guantes de látex y fui hasta la computadora. Busqué y eliminé todos los historiales de Messenger y Facebook. También los mails. Y unas cuantas carpetas que me resultaban ciertamente molestas. Con un soft preinstalado en mi pendrive borré definitivamente los datos del disco y ya está. Acá no pasó nada. Después busqué una rejilla de la cocina y la humedecí un poco. Con cuidado limpié los cubiertos, los platos, las copas, las botellas, todo lo que toqué con mis manos. Luego fui a buscar su vestido y vi mi semen deslizándose desde su interior. ADN. Yo sabía que tendría que haberme cuidado. Volví a la cocina y busqué una botella de lavandina. Mojé bien la rejilla y limpié el piso, el sofá y su vulva. Después la levantè un poco desde la cintura e inserté el pico de la botella en su vagina. Llené su útero y confié en que con eso bastara. Luego la volví a dejar en el suelo. Miré al costado y vi una pequeña gota de sangre que caía sobre el parquet desde el nervio cortado de su ojo. La limpié, no me pareció higiénico. Limpié la lavandina y di por terminada mi tarea. Fui hasta su cuarto y busqué una mochila. Metí su vestido, la botella de tempranillo y la rejilla. Tomé su llavero y salí del departamento.

Una pena. Nunca comí volcán de chocolate.

6 comentarios:

  1. Justiciero dijo...

    Mauricio, fiel a tu estilo visceral y detallista impactas con tu relato. Magistral comienzo de blog. Un orgullo estar compartiendo tripas y sangre de escritores

  2. Me encantó volver a leerte, Mauri. Eso sí,pensándolo bien lo del bowling lo dejamos para ...otra vida.¿Te parece?.
    Un abrazo, master!

  3. Claudia dijo...

    simplememte genial! aplausos

  4. Ale dijo...

    Ayy... por eso ya no conozco a nadie por internet, jamás!!

  5. Era un hijo de puta, y vos un escritor de puta madre.... que no es lo mismo pero parece.
    Besos

  6. Natalya dijo...

    Ya te habia dicho pero lo repito, genial y caliente.

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