Furia callada

Silencio.

La habitación en penumbras, un bulto insignificante que respira apenas, se escuchan las gotas cayendo lacónicamente en la pileta del baño y todo es quietud.

24 horas antes nadie hubiese imaginado este final, ahora él ya no distingue las sombras que se deslizan ante sus ojos. Todo borroso e irreal.

El teléfono desconectado ya no sonaba, nadie gritaba, todo había acabado. Sintió su pecho mojado, no sentía sus piernas y por más esfuerzo que hiciera no podía ponerse en pie.

Trató de recordar la tarde del día anterior, la discusión con su jefe a última hora, las sienes latiendo enloquecidas, me falta el aire, llamadas insistentes, las exigencias ridículas, la sensación del abismo a sus pies, Dios, cómo voy a resolver esto? Ella amenazando, las deudas, la ejecución de la casa, este desgraciado siempre pidiendo más y más....

Recuerda sus pies caminando hacia la oficina, el informe enrollado en su mano. Su jefe atado, la boca abierta tragando la presentación completa. Así está bien puto? Así si te gusta? Dale, tragátelo. La asfixia, los ojos en blanco, estás callado ahora; para siempre.

La calma absoluta es lo que sorprendía. Ni una gota de sudor. Nada que muestre el monstruo que caminaba tranquilo por Bulnes a las 18.30.

La llave en la puerta, demasiada calma para ser la misma casa. Ojalá que no estés perra histérica. Un grito, muy mal hecho. Colgada del techo como cerda, ya pensaré que hago más tarde.

Corrió el vino esa noche, una jeringa para él y dos para ella.

Puta egoísta, para que dejes de gritar. Todo es borroso, me arrastro a la cocina, tus cuchillitos de mierda, las porquerías que te gusta acumular. Puta inútil. Tenés mierda en la cabeza. Esas deudas, todas tuyas enferma. Imbécil yo por querer darte todo, cuando nada te bastaba. Maldita, nunca me quisiste.
Te gusta esta mierdita? Cómo se llama, pica hielo? De plata no?

Cientos y cientos de agujeritos en su piel tan blanca. Horas y horas de sangrar.

Todavía no te moriste puta, ahora voy a cogerte y te va a gustar. Frígida. Ni muriéndote vas a darme el gusto de gozar. Te odio.

El corte fue limpio y preciso en su cuello.

Así lo indicaron los criminalistas que encontraron a un hombre acurrucado en posición fetal, desangrado por su propia mano.

La mujer cortada y agonizando pero viva en un charco de sangre sobre el parquet.

5 comentarios:

  1. Impresionante!. Callarse tanta furia no es bueno. Sin dudas, Naty, este género te cae al dedillo.

  2. Natalya dijo...

    Gracias! La verdad es que está un poco improvisado pero me gusta este estilo, prometo más profundidad para las próximas entregas.

  3. mmmmm
    muy bueno...
    muy.

  4. Unknown dijo...

    Me das miedo nena

  5. Justiciero dijo...

    Dormir con vos tantas noches y sentirte como roncas es una delicia comparado con lo que podés llegar a hacer si nos lleváramos mal...

    Leerte es un placer, y que compartamos esta morbosidad una satisfacción...

    Tenemos que ponernos de acuerdo y me haces "la muertita" ¿dale?

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